Sin retorno, el viaje de nuestra vida

Tomaso Becerra
5 min readMar 1, 2021

Existen tantos casos en nuestra vida cotidiana sobre los puntos de no retorno, que basta con echar a andar la imaginación para entender lo que sucede cuando se toma una decisión que cambiará nuestro rumbo, nuestro destino.

El camino recorrido no tiene cambios, los cambios empiezan a partir de ahora, somos dueños de nuestro destino, sin importar que tantos obstáculos nos encontremos en el camino.

Cuando decidimos que carrera académica cursar, no nos imaginamos todas las materias, libros, cantidad de información que debemos estudiar y entender para poder emprender el éxito desde el principio. Hay personas muy aplicadas y logran la excelencia académica, porque fueron disciplinados y atendieron todas las recomendaciones de sus tutores o maestros, para lograr el objetivo anhelado, lograr la mayor calificación en todas sus actividades. Estas personas son minoría, son el 1% de nuestra sociedad académica, y son aquellas que pueden esperar el éxito en su futuro. Aquellas tuvieron enfoque, y estaban determinadas a obtener la excelencia. Si por alguna razón no lograron obtener la calificación perfecta, tienen que aprender a vivir con ello, y mantenerse con la misma voluntad, obtinación y constancia, para seguir conquistando su meta.

Sin embargo, aunque se haya obtenido la excelencia académica, no garantiza que así suceda en todo alrededor de sus vida, no garantiza la excelencia laboral, social, etc. Porque en algunos casos no existen los mismos parámetros que en la academia.

Ahora bien, qué sucede con todos los demás que no decidieron buscar el mejor promedio, o simplemente no pudieron por diversas circunstancias alrededor de sus vidas. La mayoría conquista una carrera académica, con promedios de los cuales se sienten satisfechos y continuan así sus trayectorias. Y también, hay quienes deciden renunciar o cambiar de carrera académica.

Todas las opciones de nuestro pasado no tienen retorno, y dejan una huella en nuestras vidas.

Lo importante aquí es entender cómo las decisiones que hemos tomado hasta ahora, nos han impactado, nos han tatuado un patrón de comportamiento, y se repiten una y otra vez en nuestra vida cotidiana.

Todos queremos mejorar en nuestra vida todos los días, si no, por lo menos buscamos adaptarnos, y ahí también se repite nuestra capacidad de decisión, nuestra capacidad de entendiemiento en aquello que no se repetirá y, tendremos que seguir adelante, porque sabemos porque estamos en la posición que deseamos, porque sabemos qué es lo que merecemos, porque debemos estar satisfechos y agradecidos de lo que somos y tenemos.

Aquellas personas que no están satisfechas, son aquellas que no se dan cuenta de los puntos de no retorno, y siguen a la deriva, como un barco que quemó sus velas. Lo que se tiene que hacer es instalar nuevas velas y darle rumbo a nuestras vidas. Porque si no lo hacemos, el inmenso mar de la vida misma, nos mantendrá ahí, a la deriva, y es poco probable que el desenlace sea favorable, como en la película del náufrago, que al final de cuentas terminó sobreviviendo. El náufrago sobrevivió, pero su vida jamás volvería a ser la misma; porque se quemaron sus velas, se quemó el barco, se quemó su pasado, y sólo le quedó la esperanza de salir con vida de aquella desierta isla.

Ahora, por qué esperar a que las cosas pasen. Hay que hacer que las cosas sucedan. ¿Cómo? Quemando el barco y las velas en las que estamos navegando.

Y tener bien claro que no queremos naufragar, sino cambiar de barco, cambiar nuestro destino, mejorar las velas, y volver a quemar todo, hasta consumir lo que se tenga que consumir, para lograr nuestros objetivos y llegar a las metas.

Después de quemar el bote, cenizas quedan, pero la utilidad obtenida, el propósito alcanzado, la visión lograda, el objetivo de quemar las velas nos dio los resultados que deseamos.

Para esto, necesitamos compromiso, y la claridad de llevar a cabo nuestros objetivos mientras se consumen los recursos. Consumir los recursos, significa compromiso, disciplina, constancia, perseverancia, obstinación, y todos los valores como ingredientes para llevar a cabo nuestro propósito, lograr nuestros objetivos.

No es sólo una meta, son infinidad cantidad de metas.

Junto con el compromiso, necesitamos un camino, un sendero, una ruta trazada para llegar a nuestro destino. Porque en realidad no sabemos los obstáculos que tendremos que superar, pero sí sabemos el objetivo que es lograr la meta de nuestra ruta, de nuestra proyección de vida, de nuestro proyecto de vida.

Una vez que tomamos la decisión de llevar a cabo nuestro proyecto, es imperativo visualizar el punto de no retorno. Sean favorables o no los resultados, es necesario saber que no habrá retorno, y no ceder ante el pasado que tanto nos quiere atrapar y cobijar en nuestra compasión, porque el pasado nos hace perdonarnos, nos obliga a procrastinar, nos ata al mismo pasado.

Querer hacer es diferente a hacer. Desear llevar a cabo, no es llevar a cabo.

En la vida, nos quedamos a la deriva en muchos deseos, pero pocas veces nos subimos al barco y lo quemamos. Nos mantenemos arriba de él, el mayor tiempo posible, y la mayoría de las veces nos mantenemos a la deriva y/o naufragamos.

La libertad depende de nuestra capacidad de creación de nuevas oportunidades, de nuestra creatividad, de nuestra capacidad de llevar a cabo las ideas. Y muchos aquí te confunden por ejemplo con el deseo de la libertad finaciera.

Afortunados somos todas aquellas personas que tenemos la oportunidad de emprender, de crear nuevas ideas, de no tenerle miedo en subirnos a un nuevo barco y quemar nuestras velas.

En mi vida como docente, he sentido y creído totalmente en ese punto del no retorno, y se ha vuelto realidad. Sin embargo, nuestra sociedad nos abre puertas en el mismo sentido, porque tenemos experiencia en el ámbito, y es muy fácil volver a aceptar subirnos al mismo barco que ya está quemado, a esos sueños que ya fueron cumplidos, y repetir patrones que sinceramente no queremos repetir, porque si no, no hubiésemos quemado ese barco.

Ahora si queremos llevar a cabo nuestras nuevas ideas o proyectos, tenemos que invertir financieramente en ese proyecto. Porque necesitamos compromiso, y al invertir nuestro tiempo y dinero, automáticamente nos ampuja al real compromiso. Difícilmente se logrará esto de manera gratuita, porque los barcos cuestan, sus velas, las herramientas que necesitamos para que el barco fluya en la dirección correcta.

La dirección correcta de nuestro proyecto de vida, es donde invertimos financieramente, porque nos compromete a lograr objetivos claros lo más rápido posible y de manera coherente, y muchas veces con guías de aprendizaje, como puede ser con entrenadores o asesores.

Cuando queremos optimizar nuestros resultados, es momento de invertir en asesorías, en entrenadores o tutores profesionales que ya ha logrado los mismos objetivos y saben el proceso de cada meta obtenida.

Cada uno de nosotros tiene su propio sendero a la cima, sin embargo habrá quien quiera ayudarnos a subir más rápido y ser más efectivos en nuestra travesía. Debemos creer en la mentoría de los profesionales, e investigar cuál es nuestra mejor opción para fortalecer ese proyecto anhelado, nuestro compromiso, y con coraje mantenernos hasta llegar a la cima.

Cualquiera que sea el resultado, sea positivo o negativo, nos dará el verdadero sentido a nuestra vida. Hemos avanzado en nuestro proyecto de vida. Zarpamos con el atrevimiento de ser la mejor versión de nosotros, y sentirnos satisfechos de nuestro viaje, y no habrá retorno, seremos mejores cada día.

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