La felicidad discreta

Tomaso Becerra
5 min readSep 15, 2020

Es tan fácil encontrar la felicidad que nos confunde su realidad.

La plenitud alcanzable para el hombre, es la felicidad.

Todos hemos sido felices en algún momento, algún día, muchos días, que ni siquiera podemos cuantificarlo, porque no tenemos un vaso que se llena de felicidad y lo vacíamos, sino que el vaso no deja de llenarse, y la medida depende de nosotros. La felicidad es cualitativamente medible, donde las virtudes que nos forjamos y desarrollamos, nos dan ese valor que difícilmente será cuantitativo. Jamás escucharás a alguien decir, en el año 2020 fuí feliz 365 veces, pero sí podría ser, que se recuerden acontecimientos significativos, como una boda, una graduación, un reto cumplido, un acierto, un logro ínfimo, un atino, una aceptación, un instante que logra que nuestro cerebro genere algunas substancias como la dopamina para sentirnos felices, contentos, con energía, vigorosos.

Suponiendo que en nuestra vida hay personas buenas y malas; todas ellas, experimentan a su manera el placer, de distintas formas, con variadas facetas, junto con la sensación de sentirse poderosas en alguna circunstancia, y pueden poseer por un período indefinido de tiempo, el éxtasis de la felicidad. Pero, cualquiera que sea esa situación, nuestra capacidad de adaptación ocasiona que la felicidad sea efímera, vulnerable, reemplazable, discreta y no continua como el tiempo.

Si alguien encuentra la felicidad en un suceso aleatorio, requerirá que suceda cada vez más veces seguidas, y en más tiempo o en menos tiempo.

La felicidad la podemos encontrar en casi todos lados, es como el aire que respiramos, es como el agua que nos mantiene con vida. Por ejemplo, se puede encontrar en todas las virtudes de la vida, en todas las cualidades que podríamos desarrollar, como la honestidad, la generosidad, la amabilidad, la lealtad, el compromiso, la serenidad, la valentía, la fortaleza, el sacrificio, en el intelecto, en la templanza, en la paciencia, en la justicia, en la esperanza, en la confianza, en la tolerancia, en la cautela, en la decencia, en la responsabilidad, cuando tomamos decisiones con riesgo, en la aventura, en la osadía de querer ganar con poco margen de error, en el peligro, en las probabilidades de que algo suceda. Pero, cada uno de nosotros, los seres humanos, tenemos que ser inteligentes para poder pescar la felicidad que cada valor contiene, en cada cualidad, en nuestras virtudes.

Siempre encontrarás a la felicidad en la gratitud

Si queremos buscar a la felicidad, lo podemos hacer a través de un algoritmo. Ese algoritmo tiene que estar regido por nuestra inteligencia emocional, en la cual se subrige por algunos pilares como la humildad, la prudencia, la resiliencia y la empatía.

Quien busque la felicidad en la divinidad, estará vagamente perdido, pero con la fé de haber encontrado el camino. Vivir en una realidad alterna, es una estrategia eficiente para poder creer que se es feliz, pero la felicidad está en manos de otras instancias, no de nuestra propia conciencia.

Existen infinidad de recetas para conseguir la felicidad, pero parece que ninguna satisface el objetivo común, un supuesto camino sin obstáculos entre los seres humanos. Sin embargo, incluso se puede ser feliz enfrentando las vicisitudes de la vida.

Todos sabemos que la clave es la actitud

Por ejemplo, la felicidad la podemos obtener a través de nuestros hábitos. Pero tienen que ser hábitos saludables, para que sea lo más constante y sólida posible; pero que también se funda o disuelva fácilmente en un medio, como la sal o el azúcar, que nuestros sentimientos sean tan solubles, que nada pueda cambiar la claridad de nuestra buena actitud, de nuestra voluntad de ser libres.

Estos hábitos, todos los conocemos por su nombre, pero pocos somos capaces de forjarnos una interminable fuerza invisible de voluntad, para crear las raíces en nuestro cuerpo y mente, que fortalecerán nuestro espíritu, para enfrentar cualquier situación inconveniente.

Si quieres ser una persona más feliz, puedes hacer lo siguiente…

Levántarse temprano antes del amancer, hacer ejercicio, alimentarse sanamente, bañarse con agua fría, leer contenido valioso una vez al día, completar alguna tarea diariamente, no perder el tiempo, tener una serie de objetivos claros y darles seguimiento, demostrarse al día a día porque queremos ser felices y mantenernos en equilibrio de mente y cuerpo.

Además debes tener en cuenta que si no tenemos retos, nos aburrimos; si no tenemos ambición, nos sentimos deprimidos; si no hacemos más de lo que somos capaces de hacer, nos sentimos con poco ánimo de estar vivos; si no obtenemos lo que queremos, nos arriesgamos a vivir resentidos. En fin, la lista es larga para cambiar nuestro estado de ánimo de un color gris, o cualquier color que te refleje el desánimo, la tristeza, la amargura, el desatino, la común procrastinación.

Otra clave para ser felices es mantenernos motivados, en cualquier circunstancia de nuestras vidas; y aunque no exista el camino, llevar acabo nuestras ideas bajo el impulso de nuestra razón y de nuestra intuición, que tanto nos ayudan todos los días, para saber qué es lo que necesitamos para estar felices con nosotros mismos.

La felicidad se degrada, se acaba fácilmente, y tenemos que alimentar a nuestros sentidos, tenemos que estimular con acción nuestros pensamientos, para mantener vivo el fuego; y sólo nosotros mismos, en nuestros profundos y superficiales pensamientos, sabemos con qué alimentar nuestra mente y cuerpo.

Cuidado con el egoísmo, con el odio, con la avaricia, y muchísimas palabras o circunstancias más, que sabemos nos costarían un alto precio, y perder la batalla de ser felices.

La felicidad es la expresión máxima de la voluntad y la disciplina.

La felicidad es la expresión máxima de la voluntad y la disciplina, pero lo podemos echar a perder fácilmente si no tenemos el don de la gratitud, y nuestros logros no tienen significado durante el proceso, y carecemos de límites al obtener por ejemplo, reconocimientos.

La virtud de la gratitud se puede convertir en una constante, pero no es tan fácil o evidente. Se necesita práctica. Agradecer el estar vivo, agradecer lo que tienes en este momento. No vivas de las ilusiones, pero agradece tener ambición y sueños que quieres cumplir. Agradece a Dios, a tus padres, a tus maestros, a tus seres queridos el ser parte de este viaje.

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