Fuerzas invisibles (parte 1)

Tomaso Becerra
5 min readFeb 22, 2021

A estas alturas de la vida, ya todos sabemos que la mente es poderosa, pero aún no podemos calcular la magnitud de su fuerza, porque es la caja maestra, nuestra bóveda siniestra que genera materia y energía oscura.

Miles de millones de neuronas haciendo sinápsis para conectar con nuestra realidad, como si fueramos una réplica a escala del universo en una sola persona. Las fuerzas de la naturaleza están ahí para ser descubiertas, para entenderlas; y si ponemos atención todos los días en una idea profunda, están ahí para que funcionemos de la mejor manera.

Tenemos libertad de pensamiento, una libertad que algunas veces no sabemos sacarle el mejor provecho. Podemos sentir casi todo lo que está a nuestro alrededor, y lo mejor de todo es que podemos cambiar en cualquier momento ese sentimiento. Pero TODO en esta vida es un proceso.

Esta vez, quiero iniciar una platica sobre las fuerzas invisibles que sabemos que existen, pero que olvidamos que tenemos; y lo haré con algunas analogías científicas, y otras con tan sólo la magnanimidad implícita en todos los seres humanos, con su capacidad y libertad del pensamiento.

Cuando dejamos caer un objeto del cielo, tan sólo por la gravedad, el cuerpo se acelera cada vez más, y entre más alto este el objeto, más velocidad tomará hasta un límite, una velocidad terminal cuando las fuerzas se equilibren. Si fuera nuestro cuerpo, no podríamos luchar solos con la caída, necesitaríamos un paracaídas; sino, sería faltal y se acabaría fácilmente nuestra vida. Porque el impacto sería mucho mayor a nuestra resitencia física. Hay personas que se quitan la vida, y parece fácil, pero para que lleguen a ese punto, tuvieron que luchar en contra de nuestra naturaleza, la perservación de la vida.

Nunca podemos dejar de luchar, tenemos una fuerza invisible implantada en nuestro cerebro desde nuestros primeros años, esa fuerza es una capacidad sobrevivencia. Esa fuerza se transforma en una lucha contra todo lo que quiera quitarnos la vida, y nuestro cuerpo responde todo el tiempo, combatiendo con cada célula, optimizando cada recurso que tiene para que sigamos con vida. Con el tiempo y gracias a la ciencia, los seres humanos nos hemos ayudado a que nuestro cuerpo sobreviva.

Por darte un ejemplo sin entrar en detalles, el famoso genio compositor y pianista Wolfgang Amadeus Mozart, nacío en 1756 y murió en 1791, con tan sólo 35 años de edad, y la causa de la enfermedad es desconocida; sin embargo, en aquella época muchas personas morían de tuberculosis, neumonías o enfermedades que no tenían vacunas. También, cabe mencionar que de los 6 hijos que procreó, sólo 2 sobrevivieron; algo que también era común en aquellos días.

Con el ejemplo anterior, tan sólo por el hecho de ser sobrevivientes, en la actualidad tendríamos que darle un mayor valor a la vida, porque no cualquiera sobrevivía, sólo aquellos que se lograban adaptar o tenían suerte de contar con diversos recursos y mejor salubridad. Además, con el tiempo, a tan sólo un par de generaciones antes de nosotros, las familias tenían muchos hijos.

En la actualidad, estamos en otra realidad, las familias tienen si acaso un par de hijos y el mundo se pregunta dónde y por qué las personas pudieran vivir más de 70 años. Estamos en búsqueda de la eterna juventud; y aunque hasta ahora han fracasado en el intento de hallarla, en algunos lugares del mundo sus habitantes han logrado alcanzar una vida sustancialmente más longeva que el promedio mundial, que es alrededor de 71 años. Okinawa, llamada con frecuencia como “la tierra de los inmortales”, se ha convertido en un centro mundial e investigación sobre la longevidad gracias a que en estas islas ubicadas al sur de Japón residen más de 400 personas mayores de 100 años. https://www.bbc.com/mundo/noticias-40883397

Cada uno tiene su propia fuente secreta de vitalidad. Seguramente una de ellas es la alimentación, y la vida saludable que pueda mantener una persona durante toda su estadía terrenal.

Por lo tanto, estamos vivos, y tan sólo por eso debemos agradecer, pero también tenemos la oportunidad de aprovechar al máximo todos nuestros recursos humanos.

¿Qué tanto estás aprovechando tu vida?

Es una pregunta muy subjetiva, sin embargo tratemos de reflexionar en tus objetivos a través de las siguientes ambivalencias.

Siempre pueden coexisten dos emociones o sentimientos opuestos en alguna situación de nuestra vida cotidiana que afectan nuestro estado de ánimo. Si tenemos frío, nos abrigamos o hacemos ejercicio para que se nos quite el frío. Si tenemos sueño-dormimos, si tenemos hambre-comemos; y así sucesivamente con nuestras necesidades básicas. Pero que sucede cuando nuestras necesidades son más complejas; por ejemplo, cuando queremos llevar nuestro cuerpo y mente al límite, cuando queremos sobreponernos rápido de adversidades que nos han afectado física y mentalmente, cuando creemos que no podemos cambiar las cosas y estamos decepcionados de la vida.

Primero tenemos que regresar al origen de las cosas y a lo básico, porque tendemos a confundirnos fácilmente y de repente no sabemos como actuar y nos ahogamos en un vaso con agua.

Si queremos que algo valga la pena, se necesita llevar a cabo una cantidad mayor de trabajo y consumir mucha energía. Cada quien tendrá su medida.

Una de las cosas que tenemos que aprender de la manera más difícil es que no hay forma de evitar el trabajo duro, para conseguir aquello que creemos vale la pena.

Si quieres hacer algo que valga la pena en tu vida, requerirá de tiempo y esfuerzo. Pero a veces, buscamos trucos y atajos.

Ahora, es posible trabajar de manera inteligente y mejorar nuestra efectividad, pero eso no significa que no debemos hackearnos para lograr nuestros objetivos. Si ese fuera el caso, todos tendrían éxito sin ningún esfuerzo.

Es fácil cambiar de forma de pensar, lo difícil será llevar a cabo nuestros objetivos, y la clave es aprender a mantenernos enfocados, para ir mejorando nuestras habilidades día a día.

Mi gran error personal es auto-sabotearme y no tener claros mis objetivos a largo plazo.

Siguiendo con la dinámica anterior, reflexionemos en las siguientes ambivalencias…

Si soy fracaso puedo ser éxito, si soy soledad puedo ser compañía, si me desanimo puedo tener determinación, si pierdo-triunfo, si me agoto-entreno, y así sucesivamente… Si me siento mal, recurro a una de las mayores fuerzas invisibles que tenemos, la fuerza de la voluntad.

Todo es posible si creemos en la voluntad de hacerlo posible.

En la imagen principal de este artículo, podemos observar como el agua formó las curvas, los detalles en la roca, y esto no sucedió en un solo día. La naturaleza del agua fue recorrer sobre su caudal, sin importar si había obstáculos que la detuvieran, pero hay algo muy importante, el agua por si sola no tiene voluntad.

Así que aprovecha las fuerzas que te dio la vida para lograr lo que ni siquiera aún imaginas…

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